Raúl López, de 37 años, que ya acumula apodos como "el hombre milagro" y el "fontanero volador", cayó cuando realizaba un trabajo en el conducto de aire acondicionado de un edificio en construcción del centro de la ciudad de Córdoba, A 710 kilómetros al norte de Buenos Aires.
"Estaba sobre una tabla que se movió y ahí me vine abajo", desde una altura de unos veinte metros, pero "unas maderas del primer piso amortiguaron un poco el golpe", recordó el obrero, que afirma no haber perdido la consciencia en ningún momento.
Convencido de que se ha salvado gracias a un milagro, confesó que el accidente le ha devuelto la fe, pero que no piensa volver a subirse a un andamio jamás.
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